Trayecto

La mayoría usa el Metropolitano. Entran al túnel ávidos de actividad. Con parecer una hormiga ya basta: un trolebús, todavía hay luz, todavía hay cierta vida
El viaje nace con la 'Introducción', al salir





Garabateo un yo digital camino de la primera parada. Los agudos suenan muy altos, y paso de oír una simple cuerda de acero al aullido de un lobo. Los karatalas, el bajo de un lado a otro del mástil, una jungla urbana. La caza. Creo en la muerte. Pasan tres 21 hacia el otro lado. Clásico. Hasta sonrío por lo bajo cuando lo hacen, y los demás mascullan atónitos ante lo inaudito: tiempo, tiempo. Tres veces tiempo. Un bus rojo, el 21. Subo atrás. El asfalto gris oscuro pasa rápido a través de los cristales, y ella está nerviosa. Pasan de un lado a otro, 'fantasmas' como los llama Cecilia. Tomo aire. La observo de nuevo distraído. Baja en la próxima parada, muy rápida. ¡Bang!, hilo unas cuantas historias alternativas sobre su vida. Al otro lado del cristal la poblada cola de los abyectos, listos para sacar su entrada del malversado 'baile del toro', un amalgama extraño por edad y aspecto. Intercambio un par de palabras con un viejo. Lo noto cansado, siento lástima. Sus manos me gustan. Al sonreír muestra una larga hilera de dientes blanquecinos. Un Anciano Cambio de bus, a por otro rojo. Paso por el Arte 9, y clavo los ojos sobre un manual cualquiera. 'Vampiro: Requiem'. Sombrío y hambriento, casi viajo hasta cruzar las aguas. Maldición. Alcanzo la parada. Valen dos, y ambos números no me gustan. Cuando pasa uno subo atrás. Bajamos largo tiempo una calle, pasa al lado de una antigua catedral. Por las noches subo hasta lo alto y apoyo el brazo en el hombro de la gárgola, abstraído en la actividad que renace con la oscuridad. Todavía bajamos. La parada metadona: yonkis con malos tatuajes. Tarareo. La actividad al otro lado del cristal no para. Da igual, 'bailando al aire'





Bajo de nuevo en la plaza y a por otro bus más, uno verde. Buen número, 332. Un par de tragos al agua. Paso al lado de un extraño monje con largas barbas, con aspecto de ortodoxo, acompañado de un cartel donde nos hace saber que pagará cualquier ayuda con la gracia de Dios. Cruzamos siempre los ojos unos segundos, fugaz. Lobo y cordero. Curioso, nunca cambia su adusta expresión. Quizá mañana Tarda en salir, y odio cuando los malditos idiotas no apagan el motor al tomar su descanso. Uno lo hace el lado mío. Baja y aprieto los dientes, también para no tragar más humo. Lo apuñalo por la espalda hasta en 7 ocasiones. Trago humo, trago agua, busco aire. Creo en el asesinato. Alzo la cabeza hacia el cielo, un par de pájaros van de un lado a otro. Vuelan muy alto... 'why then, oh why can't I?'. Abandonar la tierra y planear sobre la ciudad. La posibilidad de abrir los brazos, batir las alas y salir volando a donde quiera. Anoto: 'buscar un par de alas nuevas, las antiguas ya no están'. Subo al bus con un nutrido olor a vómito concentrado, el sábado noche habrá sido mortal. Al principio lo aguanto, al rato lo obvio. Magerit es tan plástico como el art-noveau

Bajo en la parada y muero... 28.800 segundos cada día